Aun y cuando las administraciones de los EE. UU. han cambiado a lo largo de los años, hay una cosa que se ha mantenido constante: la posición del jefe de AmCham en Guatemala.

Durante más de 10 años, el director de AmCham en Guatemala ha sido Juan Pablo Carrasco de Groote, el rostro inmutable de la Cámara de Comercio Guatemalteco-Americana.

Por irónico que sea, considerando la valiente lucha de Estados Unidos por el estado de derecho y la necesidad de una transición pacífica del poder y elecciones abiertas y justas en todo el mundo y especialmente en América Central y América Latina, ese no siempre ha sido el caso en AmCham.

De hecho, AmCham como organización ha abogado por políticas que ayuden a las empresas a crear empleos y generar prosperidad. Sobre la base de un sólido legado de confianza y un historial de éxito en todo el mundo, es, en el mejor de los casos, decepcionante ver cuál ha sido el enfoque de AmCham en Guatemala a lo largo de los años.

Cuando asumió por primera vez el cargo de presidente de AmCham en Guatemala, Juan Pablo Carrasco era socio de Central Law, una de las firmas de abogados líderes en Guatemala. Hoy en día, el Sr. Carrasco sigue siendo socio de Central Law, sin embargo, fuentes cercanas a la comunidad legal guatemalteca creen que el Sr. Carrasco ahora es socio solo de nombre y que, con mayor frecuencia, ofrece sus servicios de consultoría legal por separado de la firma, aunque siempre usando su nombre y reputación.

“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, reza el dicho. La posición inmutable del Sr. Carrasco de Groote como director de AmCham le ha permitido reforzar su lista de clientes y actuar como asesor de algunos de los negocios de más alto perfil en Guatemala. En efecto, Juan Pablo Carrasco ha asesorado y liderado la estrategia local en proyectos de inversión y adquisición en múltiples proyectos mineros y energéticos que incluyen Níquel, Plata, Oro, Antimonio y Petróleo, entre otros. Al mismo tiempo, en conversaciones con miembros de la comunidad empresarial guatemalteca, muchos describen a Juan Pablo Carrasco usando el término “AboGanster” (abreviatura de “abogado” y “gangster”) y están frustrados por el modus operandi en el que el Sr. Carrasco utiliza su título de Amcham para cubrirse con el velo de los objetivos de la política exterior de los EE. UU. en Guatemala. Algunos empresarios guatemaltecos con los que hemos hablado incluso describieron episodios en los que el Sr. Carrasco hablaría sobre nombre de la administración estadounidense para sus propias ganancias comerciales personales. Los principales medios de comunicación locales informaron que el Sr. Carrasco usa su título para representar personalidades complicadas como el recientemente acusado narcotraficante Federico “Fred” Machado, dando crédito a la percepción entre los empresarios con los que hemos hablado de su naturaleza de “AboGangster”.

Hemos consultado formalmente a AmCham Guatemala con respecto a la posición de AmCham sobre los tratos comerciales informados del Sr. Carrasco. AmCham Guatemala se negó a proporcionar comentarios para este artículo, afirmando que no comentan sobre los asuntos personales de sus miembros.

Según lo informado por varios medios en las últimas semanas, Juan Pablo Carrasco también parece haber jugado un papel clave al asesorar a Odebrecht en su acuerdo con el gobierno guatemalteco sobre presuntas violaciones de las leyes antisoborno.

Odebrecht, una empresa constructora brasileña, cayó en descrédito cuando se descubrió que había pagado sobornos a funcionarios gubernamentales en América Latina y Centroamérica durante décadas. La empresa enfrentó varios cargos de corrupción en varias jurisdicciones y pagó millones de dólares en multas, con una excepción: Guatemala.

En Guatemala, Odebrecht resolvió todos los reclamos con las autoridades guatemaltecas, pero las circunstancias de ese arreglo son, en el mejor de los casos, peculiares y, en el peor, reflejan la falla sistemática de las instituciones llamadas a prevenir la corrupción, y quienes tienen la obligación legal y moral de no hacer, promover o facilitar prácticas corruptas; tales como abogados, asesores, auditores y banqueros.

Se alega que en 2018, como parte de un arreglo con Odebrecht, el entonces fiscal general de Guatemala, Juan Francisco Sandoval, viajó a Brasil acompañado de Juan Pablo Carrasco -abogado y asesor de la empresa acusada- para firmar un acuerdo en virtud del cual Odebrecht pagó una multa reducida, pero no fue procesada ni declarada culpable de cometer ningún delito en Guatemala.

El hecho de que un fiscal general firme un acuerdo de conciliación de esta magnitud en privado es notable en sí mismo, pero que un fiscal general interino lo haga mientras viaja al extranjero en una “visita de negocios” para ver una empresa privada es completamente inaudito.

Este turbio arreglo, de probarse, sería un momento decisivo para la lucha contra la corrupción y la impunidad en Guatemala.

Desde una perspectiva, representaría un golpe demoledor para la lucha contra la corrupción en Guatemala: Juan Francisco Sandoval, el paladín declarado de la anticorrupción, un acérrimo fiscal de los corruptos, firmando un acuerdo a puertas cerradas con el que es quizá el actor más corrupto en America Latina – Odebrecht; siendo acompañado y entretenido por Juan Pablo Carrasco – abogado de la parte acusada y presidente de Amcham Guatemala, aparentemente dando su bendición ( y por consiguiente la de Amcham) a este acuerdo. 

Por otro lado, si se prueban las acusaciones, sería un triunfo para la lucha contra la corrupción en Guatemala, mostrando al pueblo guatemalteco y al mundo en general que nadie está por encima de la ley ni es irreprochable, y que el trato corrupto no importa cómo se presenta, encubre o protege – nunca debe quedar impune, incluso si los culpables pueden ser muy influyentes. Finalmente, permitiría a las instituciones en Guatemala, ya sean políticas, judiciales o comerciales (como organizaciones comerciales o colegios de abogados) adoptar un enfoque introspectivo y diseñar códigos de conducta y normas éticas para no solo predicar el evangelio de la lucha contra la corrupción, sino practicar lo que se predica y logray un trato verdadero y equitativo con la sociedad.

Ese sería, en realidad, el  “Arte de Negociar”.